Materia y forma

COSMOLOGÍA

TESIS IX. — «Earum partium neutra per se esse habet, neo per se producitur vel corrumpitur, neo ponitur in praedicamento, nisi reduotive ut principium substantiale.»

«Ninguna de las dos partes tiene el ser por sí sola, ni se produce ni se corrompe por sí; tampoco cabe en un predicamento si no es por reducción, en cuanto principio substancial».

Averiguada y establecida la existencia real de la materia y de la forma, vamos a estudiar sus peculiares oficios o funciones. Incompleto de por sí cada uno de estos dos elementos, ninguno de ellos puede existir y menos actuar aisladamente; se necesita su mutua unión natural para existir en el mundo de las cosas sensibles y cumplir sus destinos.

Sin duda, la materia tiene un ser, no en sí misma separadamente, sino en el compuesto; también lo tiene la forma, ya que por la forma lo recibe la materia; mas lo que es, en toda su propiedad y extensión es el compuesto, el todo resultante, único que existe y obra.

De igual modo en la generación y corrupción, lo que se engendra y lo que se destruye es el compuesto. El objeto y término de la creación primordial fue el todo subsistente; la materia y la forma fueron concreadas en el todo; desde entonces la materia es indestructible, la forma es engendrada y destruida con el compuesto del que depende para nacer y morir, como no es una alma, sino un hombre el que nace y muere. Así, es el compuesto lo que se clasifica en determinada categoría; es el cuerpo lo que entra en el género o predicamento de substancia y sus componentes; la materia y la forma se refieren a tal categoría sólo por reducción, como partes ordenadas y subordinadas al predicamento del todo.

Estas explicaciones ayudarán a comprender el célebre texto de Aristóteles: «Materia prima non est quid, nec quale, nec quantum, nec áliquid eorum quibus ens determinatur». La materia prima no es quid, es decir, substancia específica llamada quidditas, pues ésta es un todo completo, mientras que la materia es elemento parcial, potencial, indeterminado, que únicamente existe en el compuesto por razón de la forma. No es quale, el sujeto adornado de cualidades, pues éstas necesitan previamente una substancia real que han de modificar. No es quantum, o sujeto dotado de cantidad, pues la cantidad es accidente que ya supone materia o substancia material. La cantidad sobreviene a la materia y la calidad a la forma, pero ninguno de estos dos accidentes existen fuera del compuesto. Tampoco es la materia ninguna de las cosas que determinan el ser, ninguna de esas categorías de accidente que, modificando la substancia constituida, la ponen en comunicación con otras cosas, como la relación, acción y pasión. Es sólo realidad radical, parte intrínseca de una substancia real.

Y porque ella es esencialmente potencial e indeterminada, ni por milagro podrá existir jamás separada de la forma. Sería tal hipótesis una verdadera contradicción, pues todo lo que existe dotado de una esencia concreta, necesariamente se coloca en un grado específico, precisamente derivado de la forma substancial.

Tal es la realidad que constituye a un ser en su especie o jerarquía propia. Siendo el oficio del acto completar la potencia, la forma determina la materia, la suscita, o hace existir, resultando de la mutua unión intrínseca el cuerpo físico. Todo cuerpo, por consiguiente, es un necesario compuesto de materia y forma. ¿Será preciso añadir que tampoco puede existir la forma sin la materia?

No hablamos aquí de una forma espiritual, como el alma humana, que no habiendo recibido su ser de la materia, puede vivir y obrar sin su concurso; nos referimos a una forma totalmente material, como la de la planta o del animal. La hipótesis ya no es aquí tan absurda y contradictoria como la de la materia separada de la forma. La forma es un acto que Dios puede sostener con su virtud. Si es cierto que necesita de un sostén, la potencia divina puede prestarle su apoyo superior. Así como en la Eucaristía sostiene los accidentes sin la substancia, podría milagrosamente conservar una forma corruptible, v. gr., el alma de una paloma fuera de la materia, y reuniría después al cuerpo de donde fue separada.

Pero el orden natural exige que únicamente en el compuesto pueda existir la forma corruptible juntamente con la materia, pues el ser y el obrar pertenece al compuesto, no a sus elementos aislados.

Tal es la verdad de sentido común formulada en la tesis nona de la Sagrada Congregación.